Una persona que conoce su valor, difÃcilmente se queda en el suelo lamentando su dolor.
Esto último aprendà en las sesiones de terapia que estoy haciendo, es fácil decirlo, difÃcil de implementarlo.
Creo que he sido una persona resiliente a lo largo de mis años, pero éste último tiempo era como si las adversidades fueran una graaaan piedra cerrando la entrada de la cueva, no podÃa moverla; me sentÃa totalmente incapaz. CreÃa que me habÃa rendido. Que ya no habÃa nada por luchar.
Por suerte existe Dios, la psicologÃa y la ayuda de los familiares que poco a poco van ayudándote cada uno a su manera a que te des cuenta que rendirse no es el camino.
Hoy después de unas semanas de conflicto interno, comienzo a ver una pequeña luz y ganas de volver a intentarlo.
En éste tiempo he seguido trabajando, cuidando de mis hijos, teniendo tiempo de calidad con mi esposo, estudiando.
Y por sobre todo aprendiendo a delegar y no acaparar todo creyendo que si soy un pulpo soy eficiente o soy mejor.
El cambio profundo que tengo que hacer en mis pensamientos y sentimientos es como caminar por una montaña empinada, pero esta vez voy escalando con herramientas, ya no lo hago sola.
Definitivamente me empiezo a sentir mejor, y creo que poco a poco le estoy dando batalla a la depresión.